La brisa, melódico elemento,
es tu voz.
El vuelo del gorrión, sensual trayectoria,
tu movimiento.
Observo melenas,
descifro perfiles,
leo caderas
buscándote.
Miro al cielo:
veo tus ojos en el azul.
Me arranca de la realidad el mar,
tu alma es la inmensidad.
¡Tormenta!
Mi diosa desatada:
la furia del planeta,
la fuerza de tu eternidad.
Te busco allá donde se posa mi mirada
y siempre te encuentro,
suave, dulce, subida a una estrella,
o nadando en una gota de mar.
Aquí está mi corazón,
tu corazón,
deseando liberarse del pecho
para volar y volar sin final.
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