miércoles, 26 de marzo de 2014

No mirar atrás

Vivo en la estación del sol
en un puerto parado.
En tu baraja un corazón,
esperanza de amor desesperado.

¿Dónde fue que se deslizó
el impulso a través de tu trinchera?
Un corazón, fugitivo, se fugó
y cruzó la frontera.

Eres flotando un sol de primavera
que me calienta,
y cuando voy y vengo y salgo fuera
sigues siendo tú, el aire y la estrella,
que me da, me sigue y me alienta.

Sol de mi alma,
azul de mi desvelo,
no tengo paz ni calma
ni el olor de tu pelo.

Dame un beso, una semilla,
algo que plantar,
que no tengo más que escarcha
y hielo que me das.

Bueno, algo tengo:
una imagen a la que adorar:
tus ojos, tu luz, tu aire
y sueños con los que flotar.

No sé, ¿pensamiento o intuición?
Un rumor negro
cruzó mi razón:
te perdía, te perdía… una mañana de sol sin beso.

A la puerta del camino
entro, esparzo y verás
mis pupilas, mi silencio manchados de guerra y brío
jurando nunca mirar atrás.

Una llama, un destino,
un martillo de tormenta y ruido
golpean mi simiente y mi cuerpo dolorido
con mentiras, tormentas y un cruel desafío,

¡ése es mi destino!
un fuego, una piedra
y un sol aguerrido
para curar mi cuerpo
y no caer en tu olvido.


sábado, 22 de marzo de 2014

Este día tan funesto

En la soledad guerrera que late en mi pecho
es una verdad primera el funesto hecho
de que por no estar a mi vera, estando solo en mi lecho,
llega otra primavera a mi soledad y a mi deshecho.

Le crecerán las flores
y serán los primeros
de mis castigados dolores
los que cosecharán los trigueros.

No habrá paz para los cosechadores
ni para los que nos ven desde lejos.
De mi madera ya cortan los leñadores
las ramas y la viña de mis curtidos pellejos.

No habrá flor de primavera
ni poemas de escarcha,
solo un sol que hará que muera
la hiel corroída de su marcha.

De mi alma no quedan
más que poemas de sangre,
para imaginar azucenas
y soñarte y soñarte y soñarte.

Van muriendo los laureles
de las más altas horas,
también han muerto las mieles
por tu prudencia avasalladora.

¿No eras tú la que gustaba
de los torrentes del peligro?
Aquí me dejas, nunca acaba
ni tu silencio ni mi castigo.

Me dejas solo
con mis perseguidores,
sin beso ni apoyo
para regar mis dolores.

Si me quisieras como yo te quiero
el riesgo estaría contigo,
pero el amor ganaría al miedo
y verías razón en lo que digo.

Ahora que mi dolor se ha apagado
y tú pareces tan fría,
habré de recordar cómo te pedía
y tú negabas mi mano.

Recordaré esto,
lo recordaré,
este día tan funesto
en nuestra vida, mujer.


martes, 18 de marzo de 2014

En mi sueño

En mi sueño una palabra errante,
difusa y confundida,
va llegando como fiero contrincante
a mi voz la palabra unida

al verso, que como el diamante
voy puliendo, fresca y escrita
desde mi cabeza hasta que la tengas delante:
perfecta, misteriosa e inscrita

en mi corazón,
en mi vida
y en la estación.

Nació el verso,
tú lo inspiras
con tu ración de silencio
y la unión a la que aspiras.

Quisiera escalar a tu ventana
para recitarte mis sueños,
ser el único sol de tu mañana
y tú la recompensa a mis empeños.

Ésta es mi voz
que sueña con hacer eco
en tu pensamiento y corazón
y humedecer lo que está seco.

Y viene el sol
con su lastre ejecutivo,
moviéndose cual caracol
que tan despacio sigue vivo.

Y no sé qué pasará
para que la lluvia me castigue
con el cielo que caerá,
con la nube que me hostigue.

Pero él sigue lejano y altivo,
dejando con su mano
un peso y un dolor con los que escribo
una oración al verano.

Sueño profusa y lentamente
contigo,
apareces furiosa, aparentemente
conmigo.

Lento es el trasiego de las horas
que no me dan nada.
No sé qué dios es al que adoras
para estar tan alejada,

pero si mi voz es un susurro
y la canción no te llama,
de entre todo ese murmullo
¿seguirás a quien te ama?


miércoles, 12 de marzo de 2014

La foto

Cada vez que veía su foto le embargaba la cálida sensación de que ella estaba allí, a su lado, sintiendo su aliento. Tanto tiempo sin verla le volvía paranoico, irracional, pero a la vez sabiendo que ella estaba allí, al otro lado, esperando algún milagro o algún cataclismo, para unir sus vidas. Aquella noche, en la que no encontraba la foto, todo daba vueltas. El techo giraba y giraba en la inimaginable vorágine del recuerdo mezclado con alcohol, en la contorsión distorsionada de las imágenes de ella saltando una tras otra en su subconsciente. Imaginaba cómo era ella: buena, salvaje, fuerte, iniciándose en un camino que pocos han visto y del que solo quedan leyendas. No queda más que esperar al día siguiente, a volver a buscar y buscar la foto que ella le dedicó y que él con tanto ahínco adoraba. Renunció a muchas cosas porque ella se lo pidió, porque era lo que ella quería aunque no se lo hubiese dicho, en un compromiso tácito de mantener una relación con apenas contacto, pero que va más allá de las palabras. Desde algún otro lugar, desde alguna otra realidad de la cual no tenemos conocimiento, le llegaban mensajes que le guiaban hacia ella, que de algún modo llegaban cuando más se les necesitaba sobre cosas realmente importantes.


La conocía poco, pero lo suficiente como para saber que ella valía todo el esfuerzo, y más, que él estaba haciendo por ella, dado que ella estaba haciéndolo también por él. Ni una sola gota del rocío que vertían sus poemas era indiferente a ella. Él buscaba que ella se le acercase, y sangraba, se dejaba todo lo que tenía en sus poemas. Ella parecía tímida, igual que él, parecía discreta, como él, y era guapa, mucho más que él. Por eso, y por otra cosa, ella tardaba tanto en acercarse, ya no era tardanza, simplemente no lo hacía, pero aquella foto supuso un pequeño gran paso hacia su objetivo común, que era, que era… solo ellos lo saben, pues no me lo quisieron revelar.

martes, 11 de marzo de 2014

Necesito

¿Qué fue de aquel azul luminoso
que me arrancaba de la cruel monotonía?
¿Quién?¿Qué ser tan poderoso
me trasladaba aquella melodía?

Sollozo, sollozo áspera y nitidamente
toda mi agonía.
Sollozo, sollozo en los campos mi lágrima inconsciente
de triste melancolía.

Con toda la monotonía
con la que me intentan cazar
doy pasos en la luz temprana y fría
que me impide olvidar

tus ojos, tu voz, tu estilo de luna poderosa
y tu cuerpo hecho para soñar.
No hay más gozo que verte victoriosa
y preparada para luchar.

Entre dulce y amargamente
voy olvidando a las demás mujeres,
no lo puedo evitar, es un impulso,
es mi amor salvaje que no muere.

Si me pudiese esconder,
para hablarte y poder verte,
haría un manto fino de mi piel
y un lacito de mi suerte.

No hay olvido al que me abrace
sino un sol que se muestra inclemente,
siempre le pido y siempre nace
para ti entre toda la gente.

Necesito algo más que una imagen
en pago de mi verso.
Necesito verte, tenerte delante
y que nutras mi universo.

Es cierto, me gusta que me regales
tus ojos,
también es cierto que perderían lustro mis cabales
y me volvería loco

sin esa cara que me sirve de sol
que lleva unidas dos estrellas,
pero me hace falta el calor
del sexo salvaje entre tus piernas.

Vives, no solo en tu cuerpo,
también vives en mí.
Vives en mis sueños cuando duermo
y también yo vivo en ti.

Estás viva en el ancho espacio de mi corazón
y en el doloroso camino de mi pensamiento.
Eres mi vida, eres mi única razón.
Eres mi dolor y mi sufrimiento.

¿Cuánta sangre quieres que me deje
para atreverte, para liberarte,
para sentirme como yo te siento?

Por ti el aire teje,
no solo los sueños que me sirven de estandarte,
sino las lágrimas del viento.

¿Qué más puedo darte
sino mi vida y mi desmayo?
Doy todo lo que de mi parte
da mi suerte y mi caballo.

Si fuera garza o golondrina
cantaría en tu ventana,
pero solo soy un poeta
que busca hacer vibrar tu campana.

Buscaría en los recovecos más oscuros
el rumor de tu viento,
pero no soy más que poeta de aires puros
y del mar en que te siento.


viernes, 7 de marzo de 2014

Otra vez la calle

Mi corazón, ahora en un desierto,
un día vibró descontrolado,
otro lloró desconsolado
y estuve a punto, pero aún no he muerto.

En la tiznada calle se me apaga
un luto que el sol hizo llegar a su fin
y aún así, yo, haga lo que haga,
sigo respirando miedo y hollín.

No hay calle por la que haya pasado
que un día la sombra, cobarde, tenebrosa y ruín,
no haya sin duda conspirado
con mi muerte, mi dolor y mi lucha contra Caín.

Escucho la voz de las verdades imposibles
rondarme una y otra vez, una y otra vez,
mas yo, que he pasado por sueños increíbles
y por torres de marfil, desde la más tierna niñez

soy un sol pensante, soy uno contra mil.
He pasado peleando toda mi vida
contra tu torre, tu peón y tu alfil
con luz, sangre y fuerza desmedida.

Hay algo que me arrastra
hacia la luz de tus ojos,
y mientras hay una sombra que me castra
y no deja de mí más que despojos,

tú eres lo visible de mi fuego
aunque no te pueda ver,
eres la imagen a la que casto me apego
y la esperanza que me da de comer.

Me  gustaría saber
pero ya no sueño.
Me gustaría volver a nacer
para poder ser el dueño

de mi realidad,
de mis cadenas,
de mis penas
y de mi libertad.


miércoles, 5 de marzo de 2014

El abrazo

Comenzó con una mirada. Dos ojos contra dos ojos. Los de ella: azul intenso, azul de mar con un reflejo de estrella. Los de él: oscuros, brillantes, fuertes. Saltaron chispas invisibles a través de un aire que ya no era aire, sino un monstruo de energía. Él la cogió de la mano, suave, muy suave. Ella se ruborizó, su cuerpo sufrió un espasmo y de sus ojos brotó una lágrima de deseo largo tiempo contenido. Largo tiempo la tuvo agarrada de la mano, jurándole amor eterno con la mirada, viendo más allá de sus ojos, adentrándose en el abismo que arrastra a los corazones a vibrar y a enloquecer. Ambos tuvieron miedo, miedo de qué podría pasar al día siguiente, al año próximo, a la próxima semana. Se llevaban años de diferencia y, sin embargo, ninguno de los dos quería acercarse a la edad del otro. Decidieron disfrutar de cada precioso instante de aquel crucial momento. Él fue deslizando su mano, subiendo por el brazo de ella suavemente, con dulzura, tratando de descifrar los enigmas que enterraban los poros de su cuerpo.

Nada ni nadie podía saber hacia dónde navegaban, y en cambio no necesitaban saberlo, todo estaba dicho, dicho sin palabras, pues hablaban las miradas. Ni una sola frase, nada, silencio. En un ataque de locura ella le agarro de la mano y se la besó, despacio, muy despacio, saboreando, paladeando aquel momento de total abandono de la razón, adentrándose en el terreno de los impulsos, dejándose llevar. Con cada beso se le erizaban los pelos desde los pies a la cabeza, le bombeaba el corazón y sentía como su estómago daba volteretas inexplicablemente excitado. No había palabras, las palabras sobraban, todo estaba dicho y no harían sino complicar lo que era bien sencillo: se necesitaban el uno al otro.


Sus corazones bailaban el uno con el otro, seguían un ritmo que no se sabe de dónde viene, pero que suena y canta y crea y alborota. La necesidad de fundir sus cuerpos era insoportable, ambos se contenían para no arruinar lo que podría ser su único encuentro en años, no querían ir demasiado deprisa, pero se dieron cuenta de que quizás fuesen demasiado despacio. Ella recordó en como se había dejado guiar por un impulso al besarle la mano, así que decidió hacer otra vez lo mismo. Se fue acercando poquito poco hacia él hasta que por fin le abrazó. De una forma cándida al principio, apasionada después y lujuriosa al final.

martes, 4 de marzo de 2014

A tu imagen

Dejo a tus pies lo que me queda
de un eco distante: la cordura,
viviendo mágico en la vereda
que lleva al sueño, sin amargura.

Quiero a tus pies dejar el hilo
de un cuerpo dado a la tortura,
que evitó el cortante filo
de la navaja de la sombra oscura.

Me faltan tus manos y tu boca,
me faltan tus abrazos de ternura,
me faltan soles, esta luz es muy poca
para ver los contoneos de tu cintura.

Llevaré solitario un vestido de amapola
para recoger el perfume de tus besos.
Duerme tranquila, que no estás sola,
siente mi presencia, mi austeridad y mis excesos.

De mi paso a tu paso, hay un paso.
Yo sigo yerto este camino
para que en la distancia, en nuestro caso,
sigamos esperando al destino.

Yerto, yerto sigo en este lecho
moribundo, malherido y maltrecho,
a que hagamos del sueño nuestro nido
y de la soledad un recuerdo perdido.

Aquí espero,
aquí sigo,
a mi función me dedico con esmero
y a tu imagen rezo, rezo y rezo.

Persevero y persevero,
persevero en la ayuna más terrible
de no comer más que recuerdo
y no beber más que <<no puedo>>.

Duro y duro y duro,
duro de paz y de guerra,
duro de una realidad sin futuro,
duro de mar y no de tierra.

Llevo en el aire un caballo al raso,
desbocado y gris,
que triste me sigue el paso
a un mundo mejor y más feliz.


sábado, 1 de marzo de 2014

Lo que ella me dedicó

Con exquisito mandoble
me dedicó de delicioso modo
su delicada imagen, su todo,
su luz preciosa y noble.

Y ahora ahí está, quieta la imagen,
estática. En mi sueño, en mi delirio,
hace que de las estrellas se bajen
las flores: la rosa, el loto y el lirio.

Sacrificaría encuentros con mil mujeres
por estar una vez contigo.
Tus ojos son mis únicos deberes
y verte desairada mi castigo.

Extraño la forma en que me mostrabas
tus primeros planos.
Extraño tu voz y la forma en que inspirabas
el tacto de mis manos.

Me faltas, tú y tus besos,
que ya tengo una realidad deformada
por una mentira de corazones espesos
y por promesas que no me dan nada.

Veo una luna roja y ése es mi castigo:
sangre que fluye mientras tú estás tan lejos.
Confundo pensamientos y ya no sé lo que digo
al ver mil imágenes que no son más que espejos.

Te entrego corazón y verso:
armas del poeta.
Tú eres la razón y el universo
que llevo en la bragueta.

El aire se me clava
y la espina me da besos.
¿Recuerdas cómo te llamaba
en mis meses más traviesos?

Necesito tu voz,
necesito de tu baile para mis versos,
pero la distancia es un castigo atroz
y en ella nos vemos inmersos.