miércoles, 12 de marzo de 2014

La foto

Cada vez que veía su foto le embargaba la cálida sensación de que ella estaba allí, a su lado, sintiendo su aliento. Tanto tiempo sin verla le volvía paranoico, irracional, pero a la vez sabiendo que ella estaba allí, al otro lado, esperando algún milagro o algún cataclismo, para unir sus vidas. Aquella noche, en la que no encontraba la foto, todo daba vueltas. El techo giraba y giraba en la inimaginable vorágine del recuerdo mezclado con alcohol, en la contorsión distorsionada de las imágenes de ella saltando una tras otra en su subconsciente. Imaginaba cómo era ella: buena, salvaje, fuerte, iniciándose en un camino que pocos han visto y del que solo quedan leyendas. No queda más que esperar al día siguiente, a volver a buscar y buscar la foto que ella le dedicó y que él con tanto ahínco adoraba. Renunció a muchas cosas porque ella se lo pidió, porque era lo que ella quería aunque no se lo hubiese dicho, en un compromiso tácito de mantener una relación con apenas contacto, pero que va más allá de las palabras. Desde algún otro lugar, desde alguna otra realidad de la cual no tenemos conocimiento, le llegaban mensajes que le guiaban hacia ella, que de algún modo llegaban cuando más se les necesitaba sobre cosas realmente importantes.


La conocía poco, pero lo suficiente como para saber que ella valía todo el esfuerzo, y más, que él estaba haciendo por ella, dado que ella estaba haciéndolo también por él. Ni una sola gota del rocío que vertían sus poemas era indiferente a ella. Él buscaba que ella se le acercase, y sangraba, se dejaba todo lo que tenía en sus poemas. Ella parecía tímida, igual que él, parecía discreta, como él, y era guapa, mucho más que él. Por eso, y por otra cosa, ella tardaba tanto en acercarse, ya no era tardanza, simplemente no lo hacía, pero aquella foto supuso un pequeño gran paso hacia su objetivo común, que era, que era… solo ellos lo saben, pues no me lo quisieron revelar.

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