sábado, 22 de marzo de 2014

Este día tan funesto

En la soledad guerrera que late en mi pecho
es una verdad primera el funesto hecho
de que por no estar a mi vera, estando solo en mi lecho,
llega otra primavera a mi soledad y a mi deshecho.

Le crecerán las flores
y serán los primeros
de mis castigados dolores
los que cosecharán los trigueros.

No habrá paz para los cosechadores
ni para los que nos ven desde lejos.
De mi madera ya cortan los leñadores
las ramas y la viña de mis curtidos pellejos.

No habrá flor de primavera
ni poemas de escarcha,
solo un sol que hará que muera
la hiel corroída de su marcha.

De mi alma no quedan
más que poemas de sangre,
para imaginar azucenas
y soñarte y soñarte y soñarte.

Van muriendo los laureles
de las más altas horas,
también han muerto las mieles
por tu prudencia avasalladora.

¿No eras tú la que gustaba
de los torrentes del peligro?
Aquí me dejas, nunca acaba
ni tu silencio ni mi castigo.

Me dejas solo
con mis perseguidores,
sin beso ni apoyo
para regar mis dolores.

Si me quisieras como yo te quiero
el riesgo estaría contigo,
pero el amor ganaría al miedo
y verías razón en lo que digo.

Ahora que mi dolor se ha apagado
y tú pareces tan fría,
habré de recordar cómo te pedía
y tú negabas mi mano.

Recordaré esto,
lo recordaré,
este día tan funesto
en nuestra vida, mujer.


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