viernes, 7 de marzo de 2014

Otra vez la calle

Mi corazón, ahora en un desierto,
un día vibró descontrolado,
otro lloró desconsolado
y estuve a punto, pero aún no he muerto.

En la tiznada calle se me apaga
un luto que el sol hizo llegar a su fin
y aún así, yo, haga lo que haga,
sigo respirando miedo y hollín.

No hay calle por la que haya pasado
que un día la sombra, cobarde, tenebrosa y ruín,
no haya sin duda conspirado
con mi muerte, mi dolor y mi lucha contra Caín.

Escucho la voz de las verdades imposibles
rondarme una y otra vez, una y otra vez,
mas yo, que he pasado por sueños increíbles
y por torres de marfil, desde la más tierna niñez

soy un sol pensante, soy uno contra mil.
He pasado peleando toda mi vida
contra tu torre, tu peón y tu alfil
con luz, sangre y fuerza desmedida.

Hay algo que me arrastra
hacia la luz de tus ojos,
y mientras hay una sombra que me castra
y no deja de mí más que despojos,

tú eres lo visible de mi fuego
aunque no te pueda ver,
eres la imagen a la que casto me apego
y la esperanza que me da de comer.

Me  gustaría saber
pero ya no sueño.
Me gustaría volver a nacer
para poder ser el dueño

de mi realidad,
de mis cadenas,
de mis penas
y de mi libertad.


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