Tan cerca y tan lejos.
Como tener dentro una estrella
que no se puede ver de noche.
Tan cerca y tan lejos.
Unidos en uno solo
desde la más ancha distancia.
Tan cerca y tan lejos.
No hablo
de una unión imaginaria,
sino de una unión imposible
(en opinión de algunos).
Hablo de algo inexplicable
que solo el amor puede explicar.
No hablo de un amor
en una única dirección,
sino de un amor de dos corrientes:
del lago al mar y del mar al lago.
Hablo de amor correspondido,
que tras muchas luchas, batallas, sangre, dolor,
abrió un camino
y obró un milagro.
Ella, yo,
dos corazones que sienten los latidos
del otro.
No es un sentimiento metafórico,
sino fisiológico.
¿Qué es lo que nos separa?
La persecución.
Un ancho mar de odio
y envidia.
Escalaría mil veces hasta su ventana
si ella la dejase abierta
para mí.
Le pido, le pedí, le vuelvo a pedir,
que me deje verla.
Mi corazón lo pide a gritos.
El suyo también.
Mi corazón late, y late, y late,
y lo único que me pide es llegar hasta ella.
Mucho más que oscura sería la oscuridad
sin ella.
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