miércoles, 23 de octubre de 2013

De la interrogación

¿Cómo había llegado hasta allí? No lo recordaba, un vacío incalculable conspiraba contra él. ¿Qué era todo aquello? -¡No lo soporto! ¡Despiértame!- se decía, mascullando entre dientes. ¿Por qué estaba allí?¿Qué lo había traído? No había ninguna referencia, nada que le diese pistas sobre dónde estaba. De pronto… ¡BAM! se dio cuenta, una luz blanca iluminaba el horizonte. ¿Dónde estaba? ¿Qué era aquello? Todo era negro a su alrededor… menos esa luz… ¿Qué era? ¿La seguiría? -¡Sí!- otra vez, mascullando se dijo. ¿Qué otra cosa hacer?.

Siguió buscando, siguiendo aquella luz. Nada parecía tener sentido hasta que se golpeó en la espinilla contra algo -¡Dios! No puede ser… ¡Una lápida!- La luz, brillando desde la lejanía, iluminaba el contorno y las inscripciones de la misma. Leyó, forzando la vista, las palabras de esa maldita piedra. Se leía:  Corto Vesina 1893-1928. ¿Qué mierda era eso? ¡Una lápida en medio de lo que parecía ser la nada más infinita! ¡¿Qué nueva jugarreta me han jugado ahora?!.

-¿Quién era este desgraciado?  No entiendo nada…- Se paró un momento, sentándose frente a aquella misteriosa coincidencia. -¿Coincidencia? Esto debe ser un sueño… ¡Sí eso, un sueño! Seguiré a aquel faro, parece querer guiarme a algún sitio.

Continuó caminando por aquel camino, todo era un ancho espacio a su alrededor. Pensó que aquel sueño era el más largo que había tenido nunca, nada parecía acabarse… nada parecía tener sentido. De repente, como de la nada, empezaron a salir plantas, árboles, flores, hojas, todo a su alrededor. Un mar de verde le embullía, una selva le había emboscado sin previo aviso. Decidió seguir ¿qué hacer sino ante aquel signo mayúsculo de interrogación?

En la selva se encontró pájaros de millares de colores, a juego con las plantas y a juego con las flores, felinos de larga cola y monos tirando rosas. Ninguno le atacaba, ninguna parecía darse cuenta de su presencia. ¿Quién urdía todo este circo? ¿Qué es lo que trajo aquí a estos animales de la nada? ¿Me cegaría la luz la vista? ¿Me habría impedido ver las cosas a mi alrededor?

Caminando llegó a un claro, todo era calma, no había animales pero si algunas florecillas, fue a arrancar una para olerla y al acercar la mano vio una ensangrentada calavera. -¡AAAA!- gritó, su voz silenció los ruidos a su alrededor. Todo era mudo, quieto, estático… parecía que el corazón le fuera a estallar. Dio un pasó y algo crujió bajo sus pies ¡otra calavera! -¡¡¿QUÉ ES ESTO?!!- echó a correr sin mirar hacia dónde iba y algo le golpeó en la cara. Cayó de bruces contra el suelo. Abrió los ojos y una gran piedra le tapaba el camino. Se levantó de un salto y miró a la piedra. Tenía una inscripción: los que no conozcáis el amor no continuaréis el camino.

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