miércoles, 19 de febrero de 2014

He de preguntar

Y en el monte caminaba
charlando con los astros:
-¿No decíais que acababa
el castigo que me imponen el demonio y sus hijastros?

-¿Dónde está ella, siempre tan escondida
de mi voz en algún lugar del planeta?
¿Me diréis si teme, si canta, si es del viento la veleta
o acaso ella duerme mientras se hace más grande mi herida?

Busco tus ojos en la esmeralda
clavada en las profundidades del mundo.
Te busco en la estrella que cabalga
dándome esperanzas, a mí, moribundo.

¿Dónde están tus dos soles de aire y espuma?
¿Te acuerdas de aquel tiempo de noche y bruma
en que te buscaba en el poniente en las horas bajas,
y no encontraba sino ceniza y polvo en mis llagas?

A la vez que tú, a la vez que yo, cabalgamos
hacia un sueño que atraviesa el mar, que va más allá del sol,
que nos espera, que nos llama, que nos dice que sigamos
a través de lo oscuro, de la sombra y del dolor.

Sé que te enfadas,
sé que has visto la bifurcación del sendero.
Eres mi musa, tú y tus dos estrellas plateadas.
Eres el sol al que espero.

Pero me torturas, tú y tu distancia,
y me tortura el deseo
de verte, de tocarte, de tener algo más que esperanza
en cosas que no veo.


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