En la ciudad de gaviotas
quedarme no quiero,
así su caca no me toca
y entre el dolor no me pierdo.
Aquí estoy, aquí,
para que esta maldición me arranquen,
mientras: leer y escribir.
Aquí con la naturaleza puedo hacer las paces.
No tengo
ni intimidad en el pensamiento
ni en sus alrededores,
¡malditos perdedores!
El odio absorbe energía
a quien lo entrega y lo da,
demuestra ninguna valía
y todo mediocridad.
A quien toma la palabra de mi enemiga por verdad,
deberían tratar de pensar
que si la palabra de alguien quieren tomar,
¿de quién se van a fiar?
Recordad que pensamiento y hecho
no son la misma cosa.
Ahora mi pensamiento de mentiras está hecho
porque mi sentimiento es el de una mentirosa.
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